A la mayoría de la gente le encanta el oropel, lo que brilla, lo que aparenta ser bueno y maravilloso ¡en fin! la falsedad, pero lo más triste es que no lo saben, sólo juzgan por las apariencias, y... no todo lo que brilla es oro. Hay personas que creen ser muy “buenas” y van por la vida criticando a los demás, se comparan y se sienten orgullosos de sí, pero no se dan cuenta de su debilidad y de su soberbia.
Están pendientes del vecino, de sus defectos o malos hábitos y se ufanan de no ser así. Murmuran, señalan y con ello pretenden dar un mensaje “positivo” criticando y criticando a los demás. Son intolerantes pero critican la intolerancia; hablan del prejuicio y son prejuiciosos. Se dicen imparciales siendo parciales.
No soportan una palabra dura, una observación o un regaño porque dicen ser “sensibles”, pero son intransigentes con los demás y confunden la grosería con la franqueza. ¡En fin! no son congruentes con sus palabras y sus actos. Recuerda que “las palabras se las lleva el viento”. Si sólo te gusta juzgar por la apariencia, tu supuesta lucha por encontrarte a ti mismo y ser mejor persona, va directa al fracaso.
No hables tan bien de ti mismo, deja que otros noten tus cualidades y te lo digan, sé humilde. No hables mal ni bien de los demás, no te queda; mejor acércate a ellos y conócelos mejor, te puedes llevar sorpresas. Si quieres ayudar no murmures, habla de frente y con respeto, es más positivo; pero lleva siempre la consigna de que el que esté equivocado puedes ser tú. Lo demás ya no depende de ti...
Aprende a callar. Hay personas que hablan, hablan y creen que sus teorías o sus conceptos son Universales y no hay motivo de réplica, pero cuando hay quién se atreve a replicar, alzan la voz, no escuchan o se dan la vuelta; se sienten atacados antes de escuchar el mensaje hasta el final y se pierden de lo mejor. Como vives juzgas.
Una persona preparada, habla y sabe callar también: calla, escucha y aprende.
El que otros no sean como tú, no quiere decir que estén mal, sólo son diferentes. La intolerancia sólo es reflejo de tu temor e inseguridad. Si vas a tomar el papel de juez, empieza contigo mismo. No presumas de tener lo que otros carecen, porque al ver “la paja en el ojo ajeno, no ves la viga que tienes en el tuyo”.
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