Mensaje del señor Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui (piurano) acerca del 8 de octubre, aniversario del combate naval de Angamos y el paso a la gloria de nuestro Caballero de los Mares don Miguel Grau Seminario.
El contenido del mensaje del señor Sánchez es impecable por eso siento que voy a cometer un desatino al remitirles esta información histórica, y si ustedes lo consideran así por favor les solicito que lo entiendan como un exabrupto recontra nacionalista y chauvinista, (recordemos al sargento de la Gran Armeé de Napoleón Bonaparte, Nicolás Chauvin, herido 17 veces en combate).
La sentencia de muerte contra don Miguel Grau Seminario fue dictada cuando a un Presidente de la República se le ocurrió decir que: '…el Perú no necesita adquirir otros buques de guerra acorazados por que ya tiene dos: el Argentina y el Bolivia', refiriéndose al presunto apoyo de estos dos países ante la casi segura guerra que Chile preparaba (alentada por Inglaterra, claro está).
La sentencia, como repito, la dictaron los políticos peruanos, y la ejecutaron los marinos anglo-chilenos. Nuestro gran marino murió como consecuencia de la espeluznante ineptitud geopolítica de los hombres de Estado peruanos de entonces (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).
Tengamos presente esta información: En 1877 Nicolás de Piérola se sublevó en contra del gobierno del general Mariano Ignacio Prado y fue combatido por don Miguel Grau, que a la sazón era diputado por Paita y uno de los dos oficiales navales más prestigiosos junto con Aurelio García. Piérola jamás olvidaría esto.
En el gobierno del presidente Prado (1876-79) se realizaron esfuerzos para comprarle a Turquía un acorazado (de segunda mano) que era más grande que los acorazados que ya tenía Chile, pero al ser éste un buque fabricado en Inglaterra se necesitaba del visto bueno de este país a lo que se negó decididamente aduciendo que el Perú tenía la segunda deuda externa más alta del mundo después de la del imperio Turco Otomano, ascendiente a 36 millones de libras esterlinas. Como podemos constatar, Inglaterra proveyó dos acorazados a Chile pero le negó uno al Perú. La muerte de don Miguel era solo cuestión de tiempo.
Como toda marina dependiente tecnológicamente, el Huáscar tenía dentro de su tripulación de 204 marinos a 74 ingleses principalmente maquinistas y luego artilleros. Estos dispararon 61 granadas durante toda la campaña naval pero sólo acertaron tres granadas. El 5% de eficacia artillera. ¿Por qué, además de la falta de entrenamiento? Por ello, don Miguel ordenaba atacar con el espolón al estilo de los trirremes griegos y romanos. Igualmente, en el caso del encallamiento de la Independencia, fue por la ineficiencia e ineficacia de los artilleros ingleses que don Guillermo More ordenó acercarse para espolonear a la Covadonga. Ya que hemos mencionado a la Covadonga, es pertinente mencionar que su comandante, el tristemente célebre Carlos Condell De la Haza, el día del combate de Iquique vistió en su uniforme el emblema de la Real Armada Británica (?).
Del total de marinos combatientes en ambas escuadras el 8 de octubre de 1879 en Punta Angamos, o sea el solitario Huáscar y las naves chilenas Blanco Encalada, Cochrane (ambas fragatas acorazadas gemelas), O'higgins y Covadonga (el Loa y Matías Cousiño fueron en persecución de la corbeta peruana Unión); 612 eran británicos; 74 en el Huáscar y 538 en los buques chilenos. Es decir, en Angamos, del ciento por ciento de los combatientes, un 43% fueron británicos, 45% chilenos y 12% peruanos ¿Qué les parece? Además, la Armada de Chile nunca jamás le ha hundido un buque a la Armada del Perú.
El comando naval chileno encargó a un marino británico –Edwin Penton- la tarea de evaluar los daños del Huáscar y conducirlo hasta Valparaíso en donde se efectuarían las reparaciones. Existe un relato de Penton acerca de la llegada a este puerto el lunes 20 de octubre. En él, señala que los primeros en abordar el Huáscar fueron el capitán y la mayoría de oficiales del HMS (Him Majestic Ship –Buque de Su Majestad-) Shanon y que, luego, una comisión del almirantazgo chileno, compuesta por algunos oficiales con uniforme de gala, un sacerdote y unas damas, vinieron y se llevaron la capturada bandera peruana al templo del puerto y de allí a Santiago.
Ni se imaginan qué oficial fue designado como el primer comandante chileno del Huáscar… Carlos Condell De la Haza, el grotescamente inolvidable comandante de la Covadonga que ordenó fusilar a los náufragos peruanos de la Independencia en Iquique. A fines de enero de 1880 entregó el mando al Capitán Manuel Thomson Porto Mariño, quien muriera el 27 de febrero de ese año durante un combate con el monitor Manco Cápac en Arica.
James G. Blaine (1830-1893), Secretario de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica en el periodo del presidente James Garfield, escribió un informe a su presidente el 27 de abril de 1882 y que, entre otras cosas, dice lo siguiente:
'La victoria naval de Chile lanza todo el negocio peruano-boliviano del salitre a manos de Inglaterra. Una flota de de guerra inglesa compuesta por siete acorazados estuvo a lo largo de toda la costa, desde el Callao hasta Valparaíso. Ha estado ahí durante todo el periodo de la campaña naval, hasta la debacle del Huáscar. Los acorazados que destruyeron a la marina peruana fueron proporcionados por Inglaterra. Es más, hasta la tela de los uniformes de la infantería chilena es inglesa. Es un error completo hablar de esta guerra como si se tratara de una guerra entre Chile contra el Perú. EN REALIDAD, SE TRATA DE UNA GUERRA DE INGLATERRA CONTRA EL PERÚ'.
¿Recuerdan la sublevación de Piérola de 1877 en donde se le enfrentó don Miguel? Pues bien, en el gobierno de Nicolás de Piérola (1895-99) el Congreso expidió la ley que nombraba Héroes a los combatientes de Angamos, pero éste se negó a firmarla y sólo aceptó hacerlo siempre y cuando se designase a don Miguel Grau como 'Héroe de segunda clase'. Aunque ustedes no lo crean.
En ese mismo Congreso estaba como diputado el coronel Agustín Belaunde quien fuera jefe del batallón Cazadores de Piérola, uno de los cinco batallones que luchó en la batalla de Arica. Recordemos que cuando el coronel Francisco Bolognesi convocó a una Junta de Guerra el 28 de mayo de 1880 para decidir la defensa de Arica el señor coronel Belaúnde manifestó su desacuerdo al considerar esa posibilidad como un suicidio. Por esta evidente manifestación de 'cobardía frente al enemigo' don Francisco ordenó su arresto en el monitor Manco Cápac del cual logró escapar la víspera de la batalla y sobrevivir. Ya de congresista, pidió que el nombre del entonces general Andrés Avelino Cáceres Dorregaray fuera borrado del escalafón del ejército. (Ay, carajo, Dios los cría y ellos se juntan).
Tengo familiares muy cercanos que han logrado visitar el Huáscar en la Base Naval de Talcahuano en Chile y me han referido que a los visitantes peruanos les ofrecen réplicas en miniatura del Huáscar, y que los guías chilenos suelen decir que don Miguel Grau fue 'traficante de chinos' (de los chilenos debemos esperar cualquier cosa) con la finalidad de disminuir su gigantesca figura. Hasta donde yo sé nunca jamás en el Perú se ha pretendido mancillar la memoria del Capitán de Navío Arturo Pratt, héroe máximo de la marina chilena –creo que hasta tiene un busto en el Patio de Armas de nuestra Escuela Naval en La Punta, Callao-. Por eso considero importantísimo que todos los peruanos nos preparemos muy bien culturalmente para desollar intelectualmente a cualquier chileno que nos venga con ese tipo de estupideces.
¿Deberíamos pedir que Chile nos devuelva el Huáscar sabiendo que sobre su cubierta también caminó el 'carnicero de Iquique', Carlos Condell De la Haza? Imaginemos por un desafortunado segundo que Barrabás también se hubiera secado el sudor con el Santo Sudario que usó Cristo, ¿también lo veneraríamos? ¿Por qué los chilenos idolatran esa nave? Pues simple y llanamente por que no tienen ni un solo ícono histórico cultural antropológico sobresaliente como las Líneas de Nazca, Chan Chan, Chavín, Tiahuanaco, Sacsayhuamán, Machu Picchu, etc., etc., y etc. Necesitan vitalmente el Huáscar para construir alrededor de él –igual que el Morro de Arica- historias que contarles a sus niños para convencerles que los crímenes cometidos por sus antepasados no fueron tales sino hazañas. Sin ellos, el chileno estaría desnudo sociológica y antropológicamente.
Finalmente, mis familiares me contaron que un vendedor chileno se le acercó a una adolescente peruana de unos 14 años ofreciéndole una réplica del monitor: '¿…no querí llevaite e´te Huácar a tu tierra, ya que no podí llevaite el otro, po?' Y la muchacha le contestó: '¡Para qué, si en el Perú tengo el corazón de Grau, del Huáscar y Machu Picchu!
Si hiciéramos todas nuestras actividades pensando en Grau, nuestra patria sería grande.
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